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Si la incubadora está demasiado caliente, puede causar que los huevos se vuelquen, se cocinen, no se desarrollen correctamente o no eclosionen. Esto puede resultar en una baja tasa de éxito de la incubación.

Es importante controlar la temperatura de la incubadora con regularidad. Si la incubadora llega a 40 grados, la mayoría de las aves no sobrevivirán.

Esto podría significar una considerable pérdida para la persona que la está usando. Para evitar que esto suceda, es importante que los usuarios se aseguren de que la incubadora se mantenga a la temperatura correcta y que los huevos sean rotados con regularidad. Esto asegurará que los polluelos tengan la mejor oportunidad de nacer sanos y fuertes.

Las Incubadoras digitales cuentan con una alarma por  exceso de calor que se activa en estos casos, solo tener en cuenta que esta alarma no apaga el caleactor. Solo le esta avisando de un problema para que tome las medidas necesarias y lo corrija antes de perder la camada.

A estas temperaturas extremas, el huevo se ve privado de los nutrientes necesarios para su desarrollo normal y puede sufrir deformidades. Los huevos incubados a temperaturas altas tienen menos probabilidades de eclosionar.
Además de afectar la salud de los huevos, la temperatura excesiva dentro de la incubadora también puede causar estrés al huevo, lo que puede afectar el desarrollo del pollito.

La temperatura excesiva aumenta la velocidad de los procesos metabólicos en el interior del huevo, lo que puede provocar una disminución de los nutrientes y oxígeno disponibles para el desarrollo del pollito. Esto a su vez puede afectar el tamaño de la criatura al nacer, así como su salud y supervivencia.
Por lo tanto, es esencial mantener una temperatura constante dentro de la incubadora para garantizar la salud y supervivencia de los huevos incubados.

 

Si la temperatura interna de la incubadora llega a exceder los 40 grados, es importante tomar medidas inmediatas para reducir la temperatura de la incubadora para evitar daños a los huevos y polluelos.

En última instancia, una temperatura constante y adecuada dentro de la incubadora es la clave para garantizar una incubación exitosa.

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